Ignacio Carrión
En la biografía de Rafael Blasco aparecen los nombres de aquellos que lo encumbraron en el poder a golpes de corrupción. La relación no cabe en este folio. Todos lo querían. También su pelirroja esposa, Consuelo Ciscar. Sólo cuando se destapó el escándalo –uno de tantos, pero quizá el más repugnante- de la apropiación de 1,8 millones de euros de unos fondos destinados a ayudas en el Tercer Mundo, alguien que parece estar bien informado me dijo que a Blasco no le pasará nada. ¿Por qué?, le pregunté. “Porque no encontrarán su firma en ningún papel comprometido”. Y añadió que, eso sí, lo sentarían en el banquillo para cubrir el expediente. Mientras que otros, menos astutos que él aunque igualmente indecentes, serán quienes pagarán el pato.
Que Rafael Blasco merezca ser condenado carece de relevancia. Sería extemporáneo que en la sociedad valenciana, que cuenta con más políticos imputados y procesados que ninguna otra Comunidad, a un especialista del timo organizado, del soborno y del cinismo lo castiguen. ¿Por qué no premiarlo como ya ocurrió con el embustero Camps?
Blasco asegura que es inocente. Duerme muy tranquilo. No sabemos si porque es inocente o porque el hecho de ser culpable le ayuda a conciliar el sueño. La pregunta es: ¿roncará durante el juicio?
[Altos cargos. Junto al exconsejero Rafael Blasco, se sientan en el banquillo el exsubsecretario de la Consejería de Solidaridad, Alexandre Català; el ex director general Josep Maria Felip; el ex jefe de área Marc Llinares; la ex secretaria general Tina Sanjuán; el ex jefe de gabinete Xavier Llopis, y el empresario Augusto César Tauroni.
Penas de prisión. Se les acusa de malversación, tráfico de influencias, falsedad y prevaricación. La fiscalía, la Generalitat y las acusaciones piden para los procesados penas que alcanzan los 14 años de cárcel]
(Publicat al blog d’Ignacio Carrión “Escritura interior”, el 7 de gener 2014; www.ignaciocarrion.com).